¿Fracasa el alumno o fracasa el sistema educativo?*
María Azucena Sánchez Aburto
Docente de la Unidad UPN 301, Xalapa.

El interés de reflexionar en torno a la deserción escolar, se justifica dada la connotación que alcanza como el último eslabón del fracaso educativo. Un fracaso pocas veces asumido responsablemente por la institución escolar en donde con mucha frecuencia se aprecia el desconocimiento del significado y trascendencia de la calidad en el proceso de enseñanza y aprendizaje.

Bajo premisas como: "No abaratar el servicio educativo", ¿Cómo ofrecer calidad educativa sin ser excluyentes?", "De aquí deben salir sólo los mejores", se plantean disyuntivas que apuntan a un profundo desconocimiento de lo que en esencia es la calidad educativa, la inclusión y desde luego, la misión de la institución escolar en su conjunto, y por ende, de la actuación del profesorado que como dice Ann Lieberman, debería orientarse a contribuir en la transformación de su escuela en una comunidad capaz de trabajar unida en beneficio del aprendizaje y la formación de todos sus alumnos.

Por el contrario, con actitudes tales, la escuela continúa ignorando su incapacidad para ofrecer una educación de calidad y en la equidad, constituyéndose en el cuello de botella por el que acaso sólo pueden pasar aquellos alumnos y alumnas con determinado umbral y tolerancia a la frustración que logran llegar a la meta ¿pese a la escuela?, pero jamás podría decir con evidencia en mano, que han egresado de sus filas los profesionistas más capacitados, ¿quién podría saberlo si la escuela se ocupó de ignorar la situación de los que quedaron en el camino?, ¿abatidos por la instrumentación de las normas escolares que enfatiza una y otra vez en sus obligaciones pero ignora sus derechos?, ¿ignorados por la pedagogía de la intolerancia a la diversidad?, ¿víctimas de un sistema educativo que se grita a los cuatro vientos innovador pero que reitera prácticas cerradas que no conciben otra forma de asumir el hecho educativo, que no sea bajo sus esclerotizados cánones pedagógicos?, ¿expulsados por la política insensible a las características y necesidades de la población estudiantil? ¿derrotados por situaciones personales y familiares? Llevado al extremo de abandonar sus estudios ante la mirada arrogante de una institución educativa que jamás se ocupa de tomar medidas para prevenir la deserción escolar...aún en aquellos casos en los que la evidencia deja a la vista el hecho de que la deserción se está gestando en las políticas y la cultura institucional, llegando a constituirse en parte de la norma operativa de la escuela.

De tiempo atrás, nuestra Casa de estudios, ha dado señales de síntomas que preocupan y que demandan de acciones, no remediales, ni de bálsamos, sino de acciones serias y responsables para enfrentarlas.

La deserción escolar es en mi opinión, un problema que debería ser prioridad en la mesa de trabajo de todos los cuerpos docentes y ser agendado en el plan de trabajo de la autoridad académica y administrativa y quizá lo más importante, debemos emprender el camino rumbo a su visibilización porque con acciones que enmascaran y niegan su existencia, cerramos ojos a lo que sucede con la vida escolar y con sus protagonistas.

La Universidad Pedagógica Nacional es una institución por naturaleza, creada para la formación y actualización del profesorado y esta población destinataria de los esfuerzos educativos inherentes a los diferentes proyectos educativos que en esta casa de estudios se ofrecen, posee características y necesidades propias y particulares que requieren de la sensibilidad y comprensión institucional si acaso no esperamos perder el rumbo del camino de una universidad que versa -a través de los diferentes proyectos educativos que ofrece a la comunidad-, sobre inclusión, pedagogía de la diferencia, formación de valores, calidad educativa, equidad de género, interculturalidad, derechos humanos y otros tópicos que necesariamente nos obligan a hacer un alto en el camino y dar la voz a las causas de la deserción escolar (...)

(...) Sólo me queda decir que hay un camino para recuperar el propósito fundamental de la educación que consiste en desarrollar al máximo las habilidades, capacidades, aptitudes y competencias de todos los alumnos, así como el principio democrático de que todos los estudiantes tienen el derecho de acudir a la escuela, sin exclusiones ni barreras que obstaculicen sus aprendizajes.

Y que este camino consiste en llevar a cabo un trabajo colaborativo que nos permita bajo el principio de la "autorregulación pedagógica", analizar y dar la voz a las causas de la deserción escolar (...)

No podemos ignorar que la escuela es un sistema y que el mal que aqueja a sus integrantes -así sea uno solo de sus integrantes-, aqueja al resto del sistema en su conjunto y repercute de manera negativa en su funcionamiento.

Recordemos por otra parte, que el error es un principio del aprendizaje ¿por qué negarnos a aprender de él? ¿Por qué negar a esta institución escolar la oportunidad de seguir creciendo? (...)
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*Extracto de la justificación para el reconocimiento de las causas de la deserción escolar en proyectos de posgrado.

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